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  1. Más allá de las calorías

Más allá de las calorías

¿Podemos crear humanos más guapos con una mejor nutrición?

La relación entre la alimentación y las estructuras faciales y corporales es una cuestión que se está estudiando desde hace tiempo

Padres, hijos y alimentos. (iStock)

La mayoría de nosotros probablemente querríamos cambiar algo de la forma en que nos vemos y sentimos, o deshacernos de un problema de salud. ¿Qué pasaría si supiéramos cómo usar la comida para mejorar el cuerpo a nivel genético? Los afortunados que heredan genes sanos y casi ‘perfectos’ son reconocidos como ganadores de la lotería genética.

A mediados de la década de 1980, un puñado de millonarios de biotecnología pensaron que tenían la tecnología para poder comprender y en última instancia manipular los genes. Organizaron el Proyecto del Genoma Humano, que, nos dijeron, iba a revolucionar la forma en que se practicaba la medicina y cómo se concebía y nacía el bebé. El 26 de junio del 2000 fue descifrado todo el genoma humano, uno de los grandes hitos de la ciencia moderna. Si bien los partidarios del proyecto del genoma describieron nuestros cromosomas como trozos de información estáticos que podrían manipularse de manera fácil (y segura), un nuevo campo de la ciencia, llamado epigenética, ya había probado que dicha suposición era bastante errónea.

Millones de madres malnutridas podrían programar a sus hijos, sin saberlo, para que tengan exceso de peso durante toda la vida

La epigenética nos ayuda a comprender que el genoma se asemeja más a un ser vivo y dinámico: crece, aprende y se adapta constantemente. Es posible que hayamos escuchado que la mayoría de las enfermedades se debe a mutaciones aleatorias o genes 'malos'. Pero la epigenética nos dice otra cosa. Si envejeces más rápido, desarrollas cáncer u otra enfermedad, puede que tengas genes perfectamente normales. No se trata pues de los genes en sí, sino de la expresión de tus genes.

La influencia de las madres

Los investigadores epigenéticos estudian cómo nuestros propios genes reaccionan a nuestro comportamiento, y han descubierto que casi todo lo que comemos, pensamos, respiramos o hacemos puede, directa o indirectamente, afectar a la expresión de nuestros genes. Estos efectos se trasladan a la próxima generación, donde se pueden ampliar. En experimentos de laboratorio los investigadores han demostrado que simplemente alimentando ratones con diferentes mezclas de vitaminas, puedes cambiar el peso y la susceptibilidad a enfermedades en la generación siguiente.

Un estudio de 2010 que analizó cómo la nutrición materna y la obesidad afectan a las generaciones subsiguientes concluyó: "La mala nutrición intrauterina puede contribuir de manera importante al ciclo actual de obesidad". El artículo muestra que los niños nacidos de madres con sobrepeso están epigenéticamente programados para desarrollar tejido adiposo en cantidades no saludables. Esto sugiere que millones de madres malnutridas, sin su conocimiento, programan a sus hijos para que tengan exceso de peso durante toda la vida, y que esta predisposición a subir de peso puede pasarse a los hijos de ese niño también.

Foto: iStock.

A pesar de que la mala nutrición puede llevar a efectos indeseables, una buena nutrición puede obligar al sistema de adaptación epigenética a repetir una estrategia anterior apropiada. Algunas de las investigaciones epigenéticas clásicas sugieren que se pueden recordar estrategias olvidadas, al menos en algunas circunstancias, cuando los genes reciben un mejor soporte nutricional. Y esto son sin duda buenas noticias.

Casi nada en la vida de una mujer es comparable al nacimiento de su primer hijo, y casi nada es físicamente comparable al impacto que sufre su cuerpo con el embarazo y parto. Después de un embarazo exitoso, existe una expectativa comprensible de que un segundo embarazo será más fácil. Pero a menos que la madre tenga suficiente tiempo de recuperación (más de 1-2 años) y nutrientes para que su cuerpo se reponga completamente, el niño número dos estadísticamente será menos sano que el primero. No se trata de que el primero tuviera mejores genes, sino que tuvo un entorno de gestación mejor.

Incluso deficiencias nutricionales menores pueden obstaculizar el crecimiento del bebé. Para proteger mejor a este, la naturaleza ha provisto un mecanismo de seguridad asignando la mayor cantidad de recursos a la placenta, incluso si eso significa arriesgar la salud de la madre. Esto significa que incluso con una horrible alimentación de comida rápida y procesada sin vitaminas y minerales el niño seguirá teniendo dos manos y dos pies con todos sus dedos.

Las ventajas de ser primogénito

Las demandas de producir un bebé reducen las reservas maternas de un espectro de nutrientes, que incluyen hierro, folato, calcio, potasio, vitamina D, vitamina A y carotenoides, magnesio, yodo, omega 3, fósforo, zinc, vitamina B12 o selenio.

Nuestro desarrollo esquelético también depende de la expresión genética normal. Debido a que el crecimiento facial normal exige grandes cantidades de vitaminas y minerales, y los intervalos cortos entre embarazos hacen improbable que el cuerpo de la madre haya tenido tiempo suficiente para reponer todas las vitaminas y minerales que consumió el primer bebé, es esperable que los hermanos nacidos con poco intervalo de tiempo tengan en realidad un aspecto físico distinto. Estudios previos han demostrado que los nacimientos con menos de dieciocho meses de diferencia aumentan la mortalidad infantil y, en algunos casos, disminuyen el crecimiento.

Khloé y Kim Kardashian.

Como habrás intuido, a menudo son los primeros nacidos de su familia los que acaban siendo las estrellas de cine y modelos más destacadas. De Greta Garbo a Angelina Jolie, Penélope Cruz, Beyoncé o las Kardashian… No significa que necesariamente las personas guapas y agraciadas tengan que ser las primogénitas siempre, en tanto la nutrición y restauración de nutrientes comprometidos en un embarazo es algo que una mujer puede conscientemente atajar, pero dicha restauración nutricional requiere de cierto tiempo.

Según las investigaciones de la Dra. Shanahan, no obstante los primogénitos tienden a sufrir más la falta de simetría entre lado derecho-izquierdo debido al reducido espacio uterino. Los siguientes hermanos, que sí tienen más espacio uterino tras embarazos de sus hermanos mayores, son los que sufren por su parte la asimetría dinámica por las carencias nutricionales: falta de proporción ideal entre partes del cuerpo.

Por mucho que podamos diseñar los genes o seleccionar en laboratorio los genes de nuestro hijo, la nutrición seguirá siendo clave para crear niños sanos. La epigenética no podrá ser reemplazada ni ignorada.

Una sonrisa perfecta

Pero ¿hay entonces una relación entre las estructuras faciales y corporales y en último lugar la belleza y la salud física? Viajemos unas décadas atrás para intentar establecer dicha relación. A principios del siglo pasado, muchos occidentales se vieron seducidos por la posibilidad de encontrar algún tipo de 'superhombre’ extraordinariamente sano y longevo en civilizaciones o sociedades alejadas, y en sus exploraciones hallaron el caso de los hunza en Afganistán entre otros. Pero entre todos esos investigadores y exploradores, destacó un dentista norteamericano de Ohio llamado Weston Price. Según sus estudios de laboratorio, había llegado al convencimiento de que las enfermedades modernas surgían de una carencia de nutrientes o compuestos en la dieta. Así que se planteó encontrar esas sociedades donde dichas enfermedades de la moderna civilización no estuvieran tan presentes y analizar sus dietas. Su objetivo como dentista era encontrar las culturas con menos caries y con mejores arcos dentales. Para dichas exploraciones se valió del acompañamiento de su sobrino Willard DeMille, viajero que no en vano había aparecido en el National Geographic.

Price puso así rumbo en los años 20 del siglo pasado en busca de estructuras dentales perfectas. Pero pronto Price se dio cuenta de que aquellas personas que cumplían sus criterios tenían algo que saltaba a la vista: una salud robusta y una belleza física innegable. Los dientes perfectamente alineados que había estado buscando pertenecían a personas dotadas de gran belleza natural. Rostros con hermosos pómulos, ojos, narices y labios: la representación de la armonía física.

La belleza empieza por tus genes, cómo los nutres y los alimentas son factores claves para tu belleza y tu salud

Sobre su visita a la villa suiza de Lotchental escribió: "Uno se admira profundamente ante el firme desarrollo físico y el alto carácter moral de estos fuertes montañeros, y queda impresionado por los tipos superiores de masculinidad, feminidad y niños que la naturaleza ha sido capaz de producir a partir de una dieta y un entorno adecuados".

Desde el comienzo de los tiempos de la humanidad, se pueden encontrar numerosas referencias a la idea de que la belleza física y la salud están estrechamente relacionadas. Es cierto que podemos recordar a nuestra estrella deportiva del instituto como poco atractiva y llena de acné, pero, por lo general, nuestros héroes deportivos del colegio suele identificarse con el guapo y admirado protagonista de las series juveniles, no solo con un atlético cuerpo, sino con unas facciones particularmente atractivas. Dicha admiración surge como reconocimiento instintivo de dotaciones físicas que son subproducto de unos buenos (y bien cuidados por la epigenética: el ejercicio físico además de la dieta) genes.

Quizás, desde este punto de vista biológico y antropológico, la atracción física no sea más que la estrategia de la naturaleza para la búsqueda de buenos genes con los que procrear humanos más sanos y fuertes que hagan perdurar más la especie. La investigadora cognitiva Nancy Etcoff sostiene por ejemplo que los bebés miran con más atención e interés los rostros que los adultos diríamos que son bellos, lo cual descarta la idea de que la belleza es algo meramente cultural. En los estudios psicológicos que se han hecho al respecto, los humanos asociamos la mayor simetría dinámica (o proporción) en una persona con una mejor salud.

Los nutrientes de los más agraciados

Pero, según Price, ¿cuál era el secreto principal para que los genes de esas civilizaciones se expresaran produciendo cuerpos sanos y tan simétricos y armoniosos? Sobre todo una dieta con una gran riqueza nutricional, especialmente en vitaminas A, D, E, K y calcio, magnesio, yodo o fósforo. Por ejemplo, dijo esto de los esquimales en su obra magna 'Nutrition and Physical Degeneration':

“Es interesante que las dietas de los grupos primitivos proporcionen una nutrición que contenga al menos cuatro veces estos requisitos mínimos [de minerales]. La nutrición existente con el actual comercio, que consiste principalmente en productos de harina blanca, azúcar, arroz refinado, mermeladas, productos enlatados y grasas vegetales, invariablemente no ha proporcionado siquiera los requisitos mínimos. En otras palabras, los alimentos de los esquimales nativos contenían 5,4 veces más calcio que los alimentos del hombre blanco, 5 veces más fósforo, 1,5 veces más hierro, 7,9 veces más magnesio, 1,5 veces más cobre, 8,8 veces más yodo, y al menos un incremento de diez veces en vitaminas solubles en grasa.”

Foto: iStock.

En todas las civilizaciones sanas y con estructuras dentales perfectas y sin caries que halló el patrón era constante: un consumo diez veces superior de alimentos ricos en vitaminas solubles en grasa (A,D,K,E) y entre 2 y 50 veces más minerales que la dieta estándar americana de aquella época. Otra de sus sociedades más estudiadas y admiradas fueron los masái del Este de África, donde solo se podía contraer matrimonio y procrear tras varios meses consumiendo una leche cruda de ganado alimentado con los pastos de la estación húmeda para obtener la leche más densa en nutrientes. Al Norte de África, el suelo del delta el Nilo es muy bajo en yodo, cuya carencia produce complicaciones en el embarazo y la infancia: las civilizaciones antiguas quemaban unas plantas ricas en yodo sobre esos terrenos para producir humanos más sanos.

¿Quieres más conexiones de la belleza con la salud? El profesor de anatomía Charles Plopper asegura que la vida media de la elastina, uno de los componentes principales del colágeno para vernos estéticamente jóvenes, se correlaciona con la esperanza de vida de la especie. También cree que la elastina en una persona tiene un comportamiento a lo largo de la vida condicionado altamente por la nutrición durante el embarazo y los primeros meses.

Puede que hayas oído muchas veces a la hora de gastar dinero en productos cosméticos que la belleza empieza por dentro. En realidad, la belleza empieza por tus genes y cómo se expresan con las decisiones que tomas en tu estilo de vida. Cómo nutres y alimentas tus genes es un factor clave de cómo te sientes (salud) y ves (belleza). No solo es sabiduría popular y, por qué no decirlo, sentido común. Es ciencia genómica del siglo XXI.

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