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Otra forma de donar: a corazón parado
  1. Bajo el microscopio
Dr. Rafael Matesanz

Bajo el microscopio

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Otra forma de donar: a corazón parado

Es posible obtener los órganos tras la parada cardiaca, siguiendo una serie de pasos y dejando los tiempos necesarios, aun sin llegar a la muerte encefálica: es la llamada donación en asistolia

Foto: Foto: Istock / CSA.
Foto: Istock / CSA.

Desde los inicios de la medicina se asoció la muerte de una persona a la parada irreversible del corazón. Es un concepto instintivo, aunque no muy exacto: la vida radica en el cerebro, o más correctamente en el sistema nervioso central, y efectivamente este muere en pocos minutos cuando, tras pararse el corazón, deja de llegarle sangre y por tanto oxígeno, con la consiguiente destrucción del tejido nervioso.

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A su vez, hay situaciones en las que, pese a producirse la muerte del cerebro y por tanto del individuo, el corazón continúa latiendo si esa persona fallecida se mantiene conectada a un respirador que le suministre el oxígeno necesario para que sus órganos, salvo el cerebro, se mantengan funcionando durante un periodo de horas o incluso días. Este es el concepto de muerte cerebral, más exactamente 'muerte encefálica', una situación a la que solo se llegó en medicina después de que aparecieran los respiradores, y que ha hecho posibles los trasplantes de órganos de donante fallecido. Sin este concepto, todos los grandes logros de este capítulo de la medicina se habrían visto probablemente reducidos durante muchos años a la donación de vivo y poco más.

Donar: las vías

Pero no es la única forma de donación en personas fallecidas. También es posible obtener los órganos tras la parada cardiaca, siguiendo una serie de pasos y dejando los tiempos necesarios, aún sin llegar a la muerte encefálica: es la llamada donación en asistolia o a corazón parado. Curiosamente, los primeros trasplantes renales e incluso el primer cardiaco de Barnard lo fueron a corazón parado, ya que ni existían protocolos ni legislaciones adecuadas y no había otra manera de seguir adelante. Incluso la primera donación renal a la que tuve ocasión de asistir en el quirófano lo fue de este modo hace ya 50 años.

La generalización del diagnóstico de muerte cerebral y el establecimiento de las legislaciones correspondientes en los años setenta dejó en suspense estos conceptos hasta que a mediados de los noventa fueron revisados en una conferencia celebrada en Maastricht, y adoptados sobre todo en los Países Bajos y el mundo anglosajón.

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Foto: iStock.

Durante la primera década de este siglo, las tasas de donación de órganos en España se habían estancado y el modelo mostraba signos de desgaste. Tras analizar a fondo la situación, constatamos que el número de muertes encefálicas mostraba una línea claramente descendente, no solo por la reducción continuada de accidentes de tráfico, algo ya establecido desde los noventa, sino por un mejor manejo de la hipertensión y otros procesos, y sobre todo por un giro social muy importante tanto de los ciudadanos como de los propios médicos en contra de prolongar los cuidados intensivos a los enfermos muy graves cuando las posibilidades de recuperación son escasas o nulas.

Es la llamada 'limitación del tratamiento de soporte vital' (LTSV, por sus siglas en inglés), generalizada ya en las unidades de cuidados intensivos, tanto en España como en los países de nuestro entorno.

Y llegó el giro

Estaba claro que para seguir creciendo era preciso innovar, dar un giro importante a lo que estábamos haciendo. Más que nunca cobraba vigencia la frase de Einstein, repetida en múltiples versiones: “Si quieres resultados distintos, haz cosas distintas”

"Más que nunca cobraba vigencia la frase de Einstein, repetida en múltiples versiones: Si quieres resultados distintos, haz cosas distintas”

Fruto de estas reflexiones se gestó en 2008 el PLAN DONACIÓN 40 por ser 40 donantes por millón de habitantes el objetivo a lograr, ampliamente superado después, al menos hasta llegar la crisis del covid. Dos de sus puntos resultaron fundamentales para el futuro de la donación en España: la formación y colaboración con los urgenciólogos para detectar donantes potenciales fuera de las UCI, y la instauración de la llamada 'donación en asistolia controlada', una práctica entonces limitada a muy pocos países, casi todos anglosajones y ninguno de predominio católico.

Foto: Foto: EFE/Víctor Lerena.

Ambas líneas eran necesariamente convergentes, ya que un buen número de los donantes potenciales detectados fuera de las UCI solo podrían llegar a serlo a través de una extracción en asistolia por tener una situación clínica de muy improbable evolución a la muerte cerebral. Estas dos líneas de acción representan hoy día más de la mitad de los donantes de órganos en España, y si no se hubieran afrontado en su momento, hace muchos años que habríamos perdido el liderazgo mundial y dejado de salvar muchos miles de vidas.

No fue sencillo. Hizo falta incluso un cambio legal muy sensible, ya que afectaba al concepto de muerte. Fueron fundamentales los datos de la Sociedad Española de Medina Intensiva y Unidades Coronarias (SEMICYUC) que mostraban que más de la mitad de los pacientes que fallecían entonces en las UCI lo hacían tras una limitación del soporte vital y que este porcentaje no había hecho sino incrementarse en los años previos.

​La decisión

Se produjo una decisión mancomunada con todas las comunidades en 2008, un estudio piloto realizado en Vitoria en 2009-10 bajo la supervisión del Servicio Vasco de Salud y la ONT, un proceso de consenso con todos los profesionales involucrados en 2010-2011, la modificación legal en 2012 que no supuso la más mínima controversia pública ni política, probablemente por el enorme prestigio y confianza en nuestro sistema de trasplantes, y por fin, una diseminación por toda España con entrenamiento intensivo de equipos desde entonces.

"La asistolia controlada ha pasado a formar parte del paisaje incluso en situaciones tan sensibles como los de prestación de ayuda a morir en que el paciente ha solicitado donar sus órganos"

Todo esto ha conseguido que hayamos superado el centenar de hospitales donde este tipo de donación ha sido incorporada a la rutina diaria hasta representar en 2021 el 35% de todos los donantes de órganos, lo que también convierte a España en líder mundial de donación en asistolia. Los ciudadanos la han aceptado con toda naturalidad, incluso con un porcentaje de negativas familiares de menos de la mitad que la donación en muerte cerebral (se entiende mejor que un familiar está muerto cuando el corazón está parado, que no cuando se le ve latir).

Definitivamente, la asistolia controlada ha pasado a formar parte del paisaje, incluso en situaciones tan sensibles como los de prestación de ayuda a morir en que el paciente ha solicitado donar sus órganos, y eso probablemente sea lo máximo a que podíamos aspirar cuando iniciamos el proceso.

Para cualquier organización como la ONT que persiga no solo cumplir adecuadamente con sus fines, sino estar en vanguardia dentro de su campo de actuación, es fundamental apostar por la innovación, adelantarse a los acontecimientos y tomar la delantera a organizaciones similares. Solo así se pueden alcanzar las cotas más altas y, lo que es más difícil, mantenerse en ellas.

Desde los inicios de la medicina se asoció la muerte de una persona a la parada irreversible del corazón. Es un concepto instintivo, aunque no muy exacto: la vida radica en el cerebro, o más correctamente en el sistema nervioso central, y efectivamente este muere en pocos minutos cuando, tras pararse el corazón, deja de llegarle sangre y por tanto oxígeno, con la consiguiente destrucción del tejido nervioso.

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