El coronavirus contra el cáncer de próstata

“Decidí enamorarme de la vida, es la única que no me va a dejar sin antes hacerlo yo”. Esta reflexión tan acertada pertenece al poeta chileno Pablo Neruda, quien estuvo aquejado durante años de un cáncer de próstata con avanzada metástasis, enfermedad con la que convivió, pero que no fue la causa de su fallecimiento.

En España, los tumores representaron la tercera causa de fallecimiento de enero a mayo de 2020, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). En varones, el cáncer fue la primera causa de defunción a pesar de la pandemia (26%, 28.291) y, en particular, el cáncer de próstata se situó como uno de los de mayor incidencia, siendo el responsable de 2.550 fallecidos durante ese mismo periodo. Sabemos que el número de nuevos casos de cáncer aumentará paulatinamente en los próximos años, algo a lo que habrá que sumar el retraso del 21% de casos no diagnosticados durante la primera ola de la pandemia, según recoge la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN).

La Asociación Española Contra el Cáncer constata que el cáncer de próstata es el segundo cáncer más diagnosticado en hombres de todo el mundo, y tanto en Europa como en España, desde hace algunos años, este tumor es el primero en número de diagnósticos. Este incremento responde a factores como la edad avanzada, de hecho, seis de cada diez casos de cáncer de próstata se detectan en hombres que superan los 65 años, o la exposición a factores de riesgo como la obesidad, el tabaco o el alcohol.

El coronavirus y el cáncer

El covid-19 ha afectado especialmente a pacientes con cáncer en una mayor incidencia y mortalidad que a otros, dado que ha repercutido negativamente en la gestión de las prestaciones de nuestro sistema en sus tres grandes pilares: la atención primaria, la especializada y la hospitalaria.

Recuerdo que, pocas semanas después de decretarse el confinamiento, tuvimos la oportunidad de colaborar interviniendo pacientes derivados de diferentes hospitales que estaban literalmente colapsados. La crisis hospitalaria era tan grande que los casos más urgentes se estaban derivando a los hospitales privados y es que, en ese momento, el covid-19 lo acaparaba todo. Se trataba de pacientes cuyo retraso de tratamiento de sus tumores podría suponer un riesgo inasumible con impacto en su supervivencia. Sorprendentemente, tan solo tres/cuatro de cada diez pacientes con los que contactaba estaban dispuestos a ser intervenidos, fundamentalmente por miedo al contagio, a pesar de su alto riesgo por la gravedad de sus enfermedades. Era el fiel reflejo del 'pánico' social que nos inundó a todos.

Diagnosticado a tiempo, el cáncer de próstata tiene una tasa de curación próxima al 100%. Por esa razón, es necesario concienciar a todos los varones de la importancia de los chequeos prostáticos regulares. La detección temprana de cualquier anomalía es la mejor manera de combatir la enfermedad. Personalmente yo hago hincapié en que cuanto más precoz sea el diagnóstico, mucho menos invasivo será el tratamiento de la enfermedad y más probabilidades de éxito sin efectos secundarios o secuelas padecerán. Como normal general, que muchos pacientes nos preguntan en consulta, se debe acudir al urólogo una vez al año a partir de cumplir los 50, a los 45 si tienes antecedentes familiares de cáncer próstata (padre, hermanos, etc) y a los 40 si en tu familia sois portadores de alguna mutación genética relacionada (BRCA2, etc).

A pesar del gran conocimiento que se tiene de la importancia de los factores genéticos en este tumor, por desgracia el conocimiento del gran público sigue siendo aún escaso. Que sirvan estas palabras para invitar a la reflexión de todos/as aquellos/as que nos están leyendo en este momento.