Nada más profundo que tu piel
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Medicina del estilo de vida: ¿'marketing' o realidad?
¿A través de lo que comemos, la actividad física, las conexiones mente-cuerpo, cómo nos relacionamos y cómo alimentamos nuestro espíritu podemos curar enfermedades como el cáncer o el covid? ¿Es lo que propone la 'lifestyle medicine'?
Hipócrates defendía hace 25 siglos: “Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento”. Hoy todavía existe esa creencia de que muchas enfermedades pueden curarse solo con determinados hábitos saludables. Es sorprendente que, según una encuesta realizada por la American Society of Clinical Oncology, el 40% de los americanos piensan que el cáncer puede ser curado solo con medicina alternativa, es decir, sin quimioterapia, radioterapia, inmunoterapia ni cirugía.
Medicina alternativa y lifestyle: no es lo mismo
Hay una tendencia en nuestra sociedad moderna a utilizar tratamientos alternativos a la medicina tradicional basados en lo 'natural'. Pero hay un poco de confusión entre lo que es la medicina alternativa y lo que es la medicina del estilo de vida o 'lifestyle medicine'. La medicina alternativa consiste en recomendar métodos o técnicas terapéuticas que no se encuentran dentro de los tratamientos convencionales que realizamos en la medicina tradicional y que, a diferencia de esta, tiene la ventaja de no tener efectos secundarios aparentemente. Aquí podríamos incluir la acupuntura, las curas de detoxificación a través de ayunos o dietas específicas, determinadas hierbas, remedios homeopáticos, suplementos vitamínicos, etc.
¿Qué es la 'lifestyle medicine'?
Este tipo de medicina basada en el estilo de vida, que está muy de moda en todo el mundo, se basa en cuidar nuestros hábitos: la dieta, el ejercicio físico, el sueño, la forma de relacionarnos, la forma de cuidar nuestra mente, nuestra exposición a determinados tóxicos, etc. Muchas patologías crónicas (diabetes, obesidad, enfermedad coronaria, hipertensión, cuadros depresivos o ansiosos, etc) se pueden prevenir e incluso curar solo cuidando nuestros hábitos. Esto supone no solo una mejora de nuestra calidad de vida, sino una enorme disminución de gasto en salud. Y cada vez hay más ensayos clínicos que demuestran la eficacia de adquirir estos hábitos.
Hay que confiar en la ciencia
La pandemia lo ha demostrado claramente. En menos de un año se ha podido crear una vacuna segura y eficaz frente a esta pandemia utilizando el método científico de los ensayos clínicos. Ahora hay que fabricarla, distribuirla y administrarla a la población mundial, pero eso es otra cuestión, que ya no depende de los científicos. Israel, que ya ha vacunado casi a la mitad de la población, ha disminuido a un 0,015% de contagios tras la segunda dosis de la vacuna.
El problema de la medicina alternativa es la ausencia de evidencia científica
Personalmente estoy en contra de la medicina que no siga unos criterios científicos basados en un diagnóstico adecuado y un tratamiento que se haya demostrado eficaz mediante ensayos clínicos. Ese es el problema de la medicina alternativa: la carencia de evidencia científica. En medicina no vale lo de 'a mí me ha ido bien'. Los pacientes deben entender que si alguno de estos métodos alternativos funcionase bien, la medicina tradicional lo demostraría y rápidamente lo incorporaría a su arsenal terapéutico.
Recuerdo a una paciente que vino a consulta por una úlcera en la boca y llevaba meses en tratamiento con hierbas, mindfulness y dietas especiales. Realizamos una biopsia y se trataba de un cáncer oral. Si hubiera tenido un diagnóstico más precoz, esta paciente se hubiera salvado.
¿Cómo saber si lo que prometen es falso?
Por lo tanto, la medicina basada en el estilo de vida o 'lifestyle medicine' puede ser un gran complemento para la medicina tradicional. Pero ¡cuidado! En estas medicinas complementarias y alternativas a la tradicional hay mucho oportunista. Por ello, la American Cancer Society recomienda a los pacientes que tengan en cuenta los siguientes signos de alarma para detectar estos fraudes:
- Sospecha de los reclamos publicitarios frente a enfermedades serias difíciles de tratar por la medicina tradicional (vitíligo, párkinson, alzhéimer, síndrome de la fatiga crónica, etc).
- Sospecha de los tratamientos que solo tienen beneficios y no tienen efectos secundarios. Incluso las hierbas y las vitaminas pueden tener efectos secundarios. Hablaré de esto en un post próximo.
- Sospecha de los que promueven ataques frente a tratamientos consolidados de la medicina tradicional (ejemplos en dermatología sería el Roacután para el acné o la cortisona para la dermatitis).
- Sospecha de los tratamientos que solo pueden ser realizados en una clínica, especialmente si se encuentra en países con una legislación más relajada. Si el tratamiento realmente funciona, habrá más clínicas que lo puedan ofrecer.
- Sospecha de las historias personales. Lo que le ha ocurrido a una persona puede deberse a muchas causas, incluso a una mejoría espontánea de la propia enfermedad. Confía en la medicina basada en los ensayos clínicos realizados en muchos pacientes.
- Comprueba si estos tratamientos han sido publicados en revistas científicas de prestigio después de haber sido revisados por otros científicos expertos en la materia. En muchas ocasiones, lo que aparece en redes sociales, libros y medios de comunicación son solo estrategias de marketing.
Un gran complemento
Esta medicina basada en hábitos o 'lifestyle medicine' no debería sustituir a la tradicional, sino que puede ser un gran complemento. El cuidar la dieta, realizar actividad física, dormir bien, manejar el estrés, cuidar la mente y aprender a relacionarnos con los demás son hábitos que nos van a hacer vivir más y mejor.
Los médicos tradicionales deberíamos formarnos en cómo trasmitir estos hábitos saludables a nuestros pacientes, pero es cierto que muchas veces no tenemos la formación ni el tiempo para hacerlo. Por otro lado, los médicos deberíamos ser informados por nuestros pacientes de cualquier tratamiento complementario que realicen, ya que en ocasiones puede haber contraindicaciones. Recuerdo un paciente que sangró mucho durante una cirugía de cáncer de piel y resultó que estaba tomando gran cantidad de antioxidantes para prevenir el envejecimiento, los cuales pueden alterar la capacidad de coagulación de una persona.
La piel y la mente, increíblemente relacionados
Esta medicina del estilo de vida da especial importancia a la relación entre el cuerpo y la mente. Como he escrito en un post anterior existe una fascinante relación entre la piel y la mente. Muchas enfermedades de la piel (eccemas, alopecias, psoriasis, etc) empeoran con determinados estados de ánimo. Y lo contrario, muchas alteraciones cutáneas (vitíligo, angiomas, acné) pueden producir ansiedad, depresión y falta de autoestima. De hecho, las células de la piel y las neuronas derivan de las mismas células embrionarias.
El ejemplo de la Clínica Mayo
Recuerdo el hall de entrada de la Clínica Mayo de Rochester, en Minnesota. Cuando uno entra al lobby del edificio principal (Golda Building), en un intento estudiado de crear una buena primera impresión, uno se encuentra en un espacio con doble altura, diáfano, luminoso y con un gran piano. Me sorprendió que continuamente los pacientes se acercaban y tocaban de forma espontánea el piano y ocasionalmente se 'arrancaba' algún espontáneo a cantar. Una vez presencié a un cantante de ópera, paciente de cáncer de la clínica, que se puso a cantar en el lobby mientras una enfermera de forma espontánea se puso a acompañarle al piano. La gente, yo incluido, contemplábamos la escena con los ojos humedecidos. En la Clínica Mayo defienden que el arte favorece la curación (lo llaman Art&Healing). Es otra forma de cuidar la mente, especialmente en situaciones tan estresantes como puede ser vivir una enfermedad.
En resumen, la medicina basada en el estilo de vida ('lifestyle medicine') no es una alternativa a la medicina tradicional, sino un complemento a las necesidades de salud que requieren los nuevos tiempos. Valorar lo que comemos, cómo enfocamos nuestra actividad física, las conexiones mente-cuerpo, cómo nos relacionamos, cómo manejamos el estrés, a qué tóxicos estamos expuestos y cómo alimentamos nuestro espíritu nos pueden ayudar a mejorar nuestra calidad de vida, prevenir enfermedades y envejecer mejor.
En ocasiones, los médicos no tenemos ni la formación ni los recursos adecuados para manejar estos cambios en el estilo de vida de los pacientes. Intentar introducir estos hábitos saludables debería ser una prioridad en cualquier sistema de salud, y es la base de la verdadera medicina preventiva. El covid-19 nos ha mostrado de forma cruel la importancia de tener un buen estado de salud personal para hacer frente a determinadas infecciones. Además, fomentando estos hábitos saludables ahorraríamos unos enormes costes al sistema, ya que este tipo de medicina no solo es eficaz, sino que no es cara. Quizá la revolución de la medicina consista en volver a sus raíces. La verdadera medicina personalizada del futuro debería basarse en sentarse al lado del paciente, escucharle, educarle y motivarle a comer bien, a realizar actividad física regular, a dormir bien, a no exponerse a determinados tóxicos y a mantener una relación social adecuada. Vivimos tiempos donde es prioritario mantener un equilibrio entre nuestra mente y nuestro cuerpo para poder soportar las heridas emocionales de esta pandemia.
Hipócrates defendía hace 25 siglos: “Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento”. Hoy todavía existe esa creencia de que muchas enfermedades pueden curarse solo con determinados hábitos saludables. Es sorprendente que, según una encuesta realizada por la American Society of Clinical Oncology, el 40% de los americanos piensan que el cáncer puede ser curado solo con medicina alternativa, es decir, sin quimioterapia, radioterapia, inmunoterapia ni cirugía.