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Siete consejos para mantener la espalda sana en verano
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Pablo Clavel

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Siete consejos para mantener la espalda sana en verano

Cambios bruscos de temperatura, posturas inadecuadas o una hidratación insuficiente son algunos factores que pueden afectar negativamente a nuestra columna vertebral

Foto: Foto: iStock.
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La espalda es una de las zonas de nuestro cuerpo que más pueden sufrir en verano. Lejos de lo que cabría imaginar, la espalda puede sufrir por causas atribuibles al verano e incluso a las actividades que llevamos a cabo en vacaciones. Entre los factores que más le afectan negativamente se encuentran los cambios bruscos de temperatura, las posturas inadecuadas y una hidratación insuficiente.

Para minimizar el impacto negativo de estos factores, debemos mantener nuestra espalda en plena forma y evitar riesgos de contracturas o lesiones. Desde el Instituto Clavel recomendamos seguir una serie de pautas.

1. Evitar los cambios bruscos de temperatura

Calor y aire acondicionado son las dos caras de la moneda del verano. Es frecuente que pasemos de manera brusca de las altas temperaturas estivales a otras mucho más frías cuando entramos en algún espacio donde hay aire acondicionado. Esto supone que, en pocos minutos, hacemos pasar a nuestro cuerpo de una situación de vasodilatación a otra de vasoconstricción.

Foto: Foto: iStock. Opinión

Para evitarlo, lo aconsejable es que el termostato del aire acondicionado no baje de 22 grados. El aire frío sobre la espalda provoca contractura de la musculatura paravertebral, en especial en las cervicales que suelen ser las más expuestas. Una contractura continuada no solo causa dolor, también puede producir cambios en la alineación de la columna (actitud cifótica o inversión de la lordosis). Esto deriva en una nueva contractura de la musculatura cervical y, por lo tanto, más dolor. Se crea pues un círculo vicioso que puede ser muy difícil de revertir.

2. Mantener la hidratación adecuada

Las altas temperaturas aumentan el sudor, por lo que disminuye la cantidad de agua que circula en nuestro organismo. Los tejidos, y los que conforman la columna no son una excepción, tienen que trabajar con menor aporte hídrico. Para evitar que sufran conviene que nos hidratemos bebiendo agua y líquidos con frecuencia, sobre todo si vamos a practicar deporte de manera intensa.

Foto: Si practicas deporte, no puedes dejar de hidratarte. (Unsplash)

3. Pensar en nuestra espalda al emprender un viaje

A la hora de hacer el equipaje, buscar maletas o mochilas que repartan bien el peso y no cargarlas demasiado para evitar dolores de espalda. Si se utiliza mochila hay que ajustar bien los tirantes a la espalda y en el caso de las maletas se recomienda que tengan ruedas e ir cambiándolas de mano.

En los viajes largos en avión o tren es conveniente levantarse y dar paseos cada poco tiempo. Si se viaja en coche es necesario ajustar el asiento, sentarnos con la espalda bien pegada al respaldo y parar cada dos horas para estirar las piernas y la espalda. En el caso del conductor es importante mantener la distancia adecuada con el volante.

4. Vestirnos y calzarnos adecuadamente

A la hora de vestirnos y sobre todo a la de calzarnos es importante elegir la ropa y el calzado adecuado a las actividades que vayamos a realizar: deporte, caminatas, excursiones visitando diferentes lugares, etc. Es importante que la ropa nos proteja del sol y la espalda es una zona que a veces descuidamos.

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El calzado debe de ser cómodo, diseñado para la actividad que vamos a realizar. Unos zapatos inadecuados, incluso visitando una ciudad, acaba pasando factura a nuestra espalda. Las chanclas no están recomendadas fuera de la playa, dado que además de no sujetar los pies y propiciar torceduras y esguinces, por su diseño, pueden dar lugar a dolores de espalda.

5. Vigilar la postura en la playa y la piscina

En la playa y en la piscina es más recomendable utilizar una tumbona o sentados en una silla que tumbarse en el suelo. Si optamos por tumbarnos directamente sobre la toalla es necesario contar con un reposacabezas, de manera que no sometamos las cervicales a posiciones forzadas de hiperextensión o rotación perjudiciales. Es recomendable cambiar de postura con frecuencia, dar paseos y, sobre todo, evitar la exposición prolongada al sol.

6. Cuidado a la hora del baño

Ya hemos hablado de los efectos negativos de los cambios bruscos de temperatura sobre la musculatura de la columna. Por esta razón, es importante entrar en el agua poco a poco dando tiempo a que nuestro cuerpo se adapte al cambio de temperatura.

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Es todavía más importante evitar las zambullidas bruscas y, desde luego, nunca entrar de cabeza. Son muy frecuentes las lesiones traumáticas de columna cervical causadas por golpes de la cabeza contra el suelo. Estas provocan fracturas y luxaciones cervicales que pueden resultar fatales. Los giros bruscos y las piruetas que se realizan en la arena o al borde de la piscina pueden ser el origen de una hernia discal cervical o lumbar, o al menos de una contractura severa. Después de verano en el Instituto Clavel atendemos con frecuencia lesiones de columna ocasionadas por prácticas deportivas a las que no estamos acostumbrados y que realizamos en verano sin la preparación necesaria previa.

7. Mantener hábitos de vida saludable

Además de estos consejos específicos, debemos mantener hábitos diarios de vida saludable que, además de favorecer nuestro bienestar general, ayudan a que nuestra espalda se mantenga sana.

  • Alimentarnos de manera saludable y evitar el sobrepeso.
  • Aumentar el consumo de frutas y verduras que por su alto contenido en agua y fructosa aportan energía a los músculos y las articulaciones.
  • Beber agua con regularidad para mantenernos hidratados.
  • Evitar el sedentarismo, hacer estiramientos y caminar.
  • Calentar antes de practicar cualquier deporte y estirar al final.
  • Descansar bien para que la espalda se recupere de la actividad del día.

La espalda es una de las zonas de nuestro cuerpo que más pueden sufrir en verano. Lejos de lo que cabría imaginar, la espalda puede sufrir por causas atribuibles al verano e incluso a las actividades que llevamos a cabo en vacaciones. Entre los factores que más le afectan negativamente se encuentran los cambios bruscos de temperatura, las posturas inadecuadas y una hidratación insuficiente.

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