El trigo ruso, otro elemento del tablero geoestratégico

Hay muchos tipos de guerras, pero al final todas se basan en lo mismo: el control del poder por medio de la fuerza. Además, hay guerras sin disparos que matan más que los tanques. Y esta podría ser una de ellas.

Rusia es actualmente el mayor exportador de trigo a nivel mundial, y si sumamos el trigo procedente de Ucrania, el resultado es una incertidumbre alimentaria del tamaño de 60 millones de toneladas, que es la cantidad de trigo que exportan al año estos dos países y que supone una cuarta parte del trigo disponible en el mercado a nivel mundial.

Actualmente, el control de las materias primas da más poder que la tenencia de las tan temidas armas nucleares

Ávidos de poder, los mandatarios de las grandes potencias aspiran a controlar los mercados de las materias primas. El control de las materias primas hoy en día da más poder que la tenencia de las tan temidas armas nucleares, debido a la magnitud de la repercusión que puede tener el uso de ellas. Cuando se dispara un arma, puede destruir el objetivo contra el que se dispara, pero el radio de acción del arma se limita a su zona de impacto. Sin embargo, cuando el ataque se lleva a cabo por medio del control de las materias primas, el impacto puede ser infinitamente mayor.

La estrategia del trigo

Por este motivo debemos prestar especial atención a lo que está sucediendo en el conflicto entre Ucrania y Rusia. Si finalmente estallase una guerra, tanto Rusia como Ucrania podrían dejar de exportar trigo, principalmente para preservar sus reservas de alimentos y en segundo lugar para desestabilizar a otros países.

Y no nos confundamos. España es un gran productor de trigo, eso es cierto, pero aun así nos puede afectar, y mucho, si finalmente se frenaran las exportaciones rusas.

Con una inflación disparada y los precios de los cereales por las nubes, la amenaza de escasez provocada por el conflicto ruso-ucraniano podría elevar el precio del cereal a valores inasumibles para determinadas economías. Países como Libia o Líbano altamente dependientes del cereal ruso, y que además es la base de su alimentación, se verían seriamente perjudicados por su escasez. Esto podría derivar, a su vez, en nuevos flujos migratorios que agudicen aún más el problema del control fronterizo de países mediterráneos.

Y por si esto fuera poco, las sanciones comerciales hacia Rusia frenarían todavía más las exportaciones. También el control ruso del mar de Azov, que es la entrada marítima de Rusia al mar Negro, haría muy complicado el tráfico marítimo del cereal procedente de países productores como Rumanía o Bulgaria hacia el Mediterráneo Oriental. Y ya sabemos las consecuencias de la escasez de alimentos.

Efecto de la conexión global

Eso por no hablar de la repercusión que tendría sobre mercados más lejanos, pero también conectados al precio del cereal. Y es que la escasez de trigo podría lastrar al alza los precios de otros productos como la soja o el maíz, algo que sin duda afectaría de forma notable nuestros bolsillos.

Opinión

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Este es el resultado de la globalización que todo lo conecta. La interdependencia de los mercados y la falta de autonomía en producción de alimentos nos hacen vulnerables a cambios que suceden a miles de kilómetros de nuestras casas.

Así que valoremos lo que tenemos cuando al llegar a casa encendemos la calefacción y esa llama azul calienta nuestro hogar, pero además seamos conscientes de lo afortunados que somos de tener junto al plato un trozo de pan.

PAZ y bon appétit!