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Medicina antienvejecimiento: ¿buena para la economía?
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Ángel Durántez

Más años, más vida

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Medicina antienvejecimiento: ¿buena para la economía?

Los elevadísimos costes que conllevan las enfermedades asociadas a la edad pueden dinamitar los sistemas sanitarios. ¿La medicina 'antiaging' puede contenerlos?

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La enfermedad supone un coste social cada vez menos asumible, es algo que venimos escuchando desde diferentes estamentos. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, las enfermedades cardiovasculares se llevan cada año más de 120.000 vidas en España; las oncológicas más de 110.000 y las respiratorias más de 50.000. Nueve de cada diez fallecidos en España lo son por enfermedades no transmisibles, que incluyen a todas las anteriores además de otras como la diabetes, la cerebrovascular o las neurodegenerativas.

Y a nivel mundial los datos son si cabe más escalofriantes. Según la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades no transmisibles causan cada año la muerte de 41 millones de personas, un 71% de las muertes globales. La primera causa son las enfermedades cardiovasculares (17,9 millones de muertes) seguidas de las provocadas por el cáncer (9,3 millones) las enfermedades respiratorias (4,1 millones) o la diabetes (1,5 millones).

Mejorar los hábitos de los españoles podría suponer un ahorro de más de 16.000 millones de euros a nuestra economía

Y los costes asociados no son despreciables. Un estudio de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria valoraba el impacto económico de algunas de las enfermedades más prevalentes y asociadas a la edad avanzada, llegando a la conclusión de que mejorar los hábitos de los españoles podría suponer un ahorro de más de 16.000 millones de euros a nuestra economía. Ello, teniendo en cuenta el coste social asociado a tres enfermedades: infartos, diabetes tipo 2 y osteoporosis. Y es qué más del 80% del gasto sanitario público está relacionado con estas enfermedades vinculadas a los hábitos de vida.

Invertir en prevención

Es el eterno debate, el de la medicina preventiva frente a la medicina reactiva. Hemos avanzado muchísimo en la curación y tratamiento de enfermedades. Pero en su prevención, todavía nos falta mucho camino por recorrer. De hecho, en España la estadística de gasto sanitario elaborada por el Ministerio de Sanidad muestra que, en el año 2019, del gasto público en salud de más de 75.000 millones de euros (cerca del 6% del Producto Interior Bruto) solo un 1% se destinó a salud pública y promoción de la salud. ¿No sería más lógico dar la vuelta a la tortilla, aumentar el gasto en prevención, y paulatinamente reducir la carga de enfermedad?

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Ya hemos hablado del papel preventivo de la medicina antienvejecimiento, una estrategia que puede aportar valor social y económico. Esto han querido valorar investigadores entre los que se encuentra David Sinclair, reconocido gerontólogo de la Universidad de Harvard, y un equipo de economistas del London School of Economics. En un artículo publicado en Nature, y titulado `'El valor económico de tratar el envejecimiento', analizan con todo lujo de detalles estas cuestiones usando la metodología del “valor estadístico de la vida” y aplicándola al modelo estadounidense. El valor estadístico de la vida asigna un valor económico a las mejoras asociadas a la longevidad, la mejora de la salud y el cambio en el envejecimiento poblacional.

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Los datos del estudio de carga global de enfermedad que se publica anualmente señalan que a pesar del aumento en esperanza de vida que se ha producido en el último siglo, los años libres de enfermedad (valorados en un parámetro que se denomina DALY) han permanecido constantes. Es decir, hemos alargado la vida, pero a costa de que esos años se vivan en enfermedad. En EEUU la esperanza de vida es de 78,9 años, pero la esperanza de vida en salud es de 68,5 años.

¿Dorian Gray o Peter Pan?

Los autores del nuevo estudio en 'Nature' emplean varios modelos matemáticos complejos para valorar si es económicamente más deseable alargar la esperanza de vida, o bien los años en salud. Proponen cuatro escenarios que de forma divertida asignan a cuatro personajes de ficción: el caso Struldbrugg (personajes de los viajes de Gulliver que son inmortales, pero envejecen normalmente) en el que se analiza la extensión de la longevidad; el caso Dorian Gray (que tenía un retrato que envejecía mientras él no lo hacía) para analizar el efecto de la mejora en los años libres de enfermedad; el caso Peter Pan, donde se ralentiza el propio envejecimiento, lo que conduce a mejoras en la longevidad y la salud; y el caso Lobezno, donde se analiza el efecto de revertir el envejecimiento.

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Las conclusiones de estos cuatro modelos son muy reveladoras. Comparando los dos primeros casos, queda claro que la compresión de la morbilidad, es decir, retrasar todo lo posible y reducir al máximo los años en enfermedad, aumentando por tanto la vida en salud, tiene mayor valor económico que prolongar la vida (Dorian Gray gana a Struldbrugg). Pero el modelo Peter Pan, donde se ralentiza el envejecimiento, produce mejoras tanto en la esperanza de vida como en los años en salud, por lo que es una aproximación más ventajosa desde el punto de vista socioeconómico.

En cuanto al modelo Lobezno (personaje Marvel creado por Stan Lee, con capacidad de regeneración) y que analiza el impacto de revertir el envejecimiento, las diferencias con el modelo Peter Pan son marginales. Si acaso, el beneficio económico relativo aumenta cuando más avanzada es la edad (rejuvenecer tiene más valor cuanto mayor eres).

Enfoque global

Otro aspecto interesante del estudio es la valoración de las ventajas de abordar el envejecimiento, como causa múltiple de las enfermedades degenerativas, frente a hacerlo con terapias dirigidas e individualizadas para cada enfermedad. Para ello, los autores toman como modelo los resultados de un trabajo donde se analizó el efecto del tratamiento con metformina en más de 40.000 pacientes con diabetes tipo 2, en la mortalidad por otras enfermedades relacionadas con el envejecimiento. Este estudio demuestra que el tratamiento con este fármaco puede llevar a aumentar la esperanza de vida en hasta 4 años, y de vida en salud hasta 2,5. El análisis econométrico efectuado alimentando esos datos en el modelo, demuestra que los beneficios del tratamiento con metformina, al actuar de forma simultánea sobre la mortalidad relacionada con varias enfermedades, superan el beneficio de la erradicación individual de las mismas.

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¿Qué impacto tendría la aplicación generalizada de la medicina preventiva antienvejecimiento? Una sociedad donde la gente vive más tiempo y más sana conlleva más valor asociado a estas acciones. Retrasar el envejecimiento lleva a un círculo vicioso donde cuanto menos se envejece, más se demanda mejoras relacionadas con la calidad de vida.

En cuanto al valor económico como tal, las terapias antienvejecimiento prolongan la vida y mejoran la salud. Usando el modelo Peter Pan como base, retrasando el envejecimiento y consiguiendo una ganancia de un año en la esperanza de vida con datos de 2017, los autores obtuvieron un valor de 32 billones de euros, y para un aumento de 10 años, de unos 310 billones de euros.

Estrategia rentable

Este trabajo es importante, a pesar de las limitaciones de tratarse de un complejo modelo multifactorial en el que los resultados pueden variar dependiendo de los parámetros de ajuste. Además, no se han tenido en cuenta las desigualdades en el acceso a la salud, algo que en función de si el coste de los tratamientos antienvejecimiento es bajo o elevado, puede afectar al resultado.

Lo que queda claro es que las ventajas socioeconómicas de abordar el envejecimiento son manifiestas. Como venimos señalando en este espacio, la medicina antienvejecimiento es la verdadera medicina preventiva del siglo XXI. Cuanto antes empecemos a tratar el envejecimiento a nivel poblacional, mayores serán las mejoras sociales y económicas. La prevención no da resultados a corto plazo, pero las soluciones que podrán marcar la diferencia entre la subsistencia o el colapso de nuestro estado del bienestar y de nuestro sistema de salud, tampoco lo serán.

O empezamos ya a trabajar con las miras puestas en un horizonte más lejano, o será demasiado tarde.

La enfermedad supone un coste social cada vez menos asumible, es algo que venimos escuchando desde diferentes estamentos. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, las enfermedades cardiovasculares se llevan cada año más de 120.000 vidas en España; las oncológicas más de 110.000 y las respiratorias más de 50.000. Nueve de cada diez fallecidos en España lo son por enfermedades no transmisibles, que incluyen a todas las anteriores además de otras como la diabetes, la cerebrovascular o las neurodegenerativas.

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