España fortalece su sistema sanitario con la nueva especialidad de Urgencias y Emergencias

En el actual contexto de confrontación política, son pocas las ocasiones en las que podemos hablar de medidas respaldadas por una amplia mayoría y partes implicadas. Por eso, es motivo de especial satisfacción la reciente aprobación de la especialidad de urgencias y emergencias en España por el Gobierno, una medida largamente demandada por la profesión médica que este mes de julio por fin ha visto la luz.

Esta decisión era absolutamente necesaria porque supone alinear a España con el resto de Europa, donde esta especialidad ya está reconocida y porque asegura que los médicos españoles tengan las mismas competencias y reconocimiento que sus colegas europeos, lo que a su vez va a permitir garantizar calidad, equidad y salud en la atención médica.

Más allá de los grandes titulares en torno a que esta medida eleva la calidad de la atención médica y soluciona una demanda histórica de los profesionales, me gustaría detenerme en un aspecto que es absolutamente clave desde el ámbito del profesionalismo médico: el impacto en la formación continua y especializada y la mejora las competencias profesionales. Este Real Decreto va a permitir que podamos hablar de una formación reglada, homogénea y estructurada en línea con el mapa de competencias establecido por la Unión Europea de Médicos Especialistas (UEMS), algo que no solo implica mejorar la calidad de la atención médica en situaciones de emergencia, sino que también asegurará que los médicos estén preparados para enfrentar cualquier situación crítica con el máximo nivel de competencia.

La formación especializada es clave no solo en el ámbito hospitalario, sino también en la preparación y respuesta ante grandes catástrofes. Los especialistas en urgencias y emergencias podrán ahora ser responsables de dirigir programas de formación que aseguren que todos los profesionales sanitarios estén capacitados para manejar situaciones excepcionales con eficacia y seguridad. Y esto no es baladí, es absolutamente fundamental y positivo para cualquier sistema de salud porque garantiza que, en situaciones críticas, como accidentes o emergencias médicas, los profesionales estén preparados para actuar con la máxima eficacia.

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En este punto, me gustaría poner en valor el papel de estos profesionales porque los especialistas en esta área no solo están capacitados para actuar en emergencias cotidianas, sino que también son vitales en la respuesta a desastres naturales, ataques terroristas y pandemias, como la reciente crisis del Covid. Contar con profesionales altamente capacitados en la gestión de emergencias garantiza que el sistema de salud pueda responder de manera efectiva y coordinada a estas crisis, protegiendo la salud pública y minimizando el impacto de estas situaciones en la sociedad. La formación especializada, por lo tanto, no solo beneficia a los pacientes individuales, sino que también fortalece la resiliencia del sistema sanitario en su conjunto.

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La creación de la especialidad de Urgencias y Emergencias en España no solo salda una deuda histórica en lo que respecta al reconocimiento del papel fundamental que desempeñan los profesionales de urgencias y emergencias en la atención médica, sino que supone un paso firme hacia delante para fortalecer un Sistema Nacional de Salud que necesita de estas medidas, de estos consensos y de esta escucha a la profesión.

En definitiva, la labor de los profesionales de la salud, desde la atención primaria hasta las unidades de emergencias, es crucial para mantener un sistema sanitario robusto y resiliente, capaz de enfrentar tanto los desafíos cotidianos como las crisis más inesperadas. Tenemos innumerables retos por afrontar en nuestra sanidad, pero pequeños pasos como este son una clara muestra de que las medidas que se tomen de la mano de los profesionales cuentan con amplios respaldos y benefician a los pacientes. Sigamos adelante.

Dr. Tomás Cobo Castro, presidente de la Organización Médica Colegial