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¿Puede o debe ser obligatoria la vacuna de covid-19?
  1. Bajo el microscopio
Dr. Rafael Matesanz

Bajo el microscopio

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¿Puede o debe ser obligatoria la vacuna de covid-19?

Anteponer el derecho individual a rechazarla, frente al beneficio colectivo de lograr una inmunidad que acabe con el virus atenta contra los objetivos comunes de nuestra sociedad

Foto: Foto: Unsplash@/lvmdiaz.
Foto: Unsplash@/lvmdiaz.

El Parlamento de Galicia ha aprobado una modificación de su Ley de Salud por la que se establece un nuevo marco legal para reforzar la lucha contra la pandemia. Algunas de las medidas recogidas en la misma han creado una cierta polémica, sobre todo ante la posibilidad (la ley no lo establece aún) de que se pudiera hacer obligatoria la vacunación, hasta ahora voluntaria.

"Nos encontramos en un abismo epidemiológico, económico y social, del que aparentemente solo saldremos si logramos una vacunación masiva"

El debate es interesante tanto desde el punto de vista legal como ético, pero sobre todo de gestión de la pandemia. No tengo conocimientos legales suficientes como para decir si la nueva ley gallega entra en colisión con normativas estatales que la hagan recurrible, aunque lo que es seguro es que, si entra en el impredecible circuito de los juzgados, puede esperarse cualquier cosa y no necesariamente tendente a proteger la salud, como hemos tenido ocasión de comprobar recientemente tanto en Euskadi con el cierre de la hostelería, como en Castilla y León con el horario del toque de queda.

La mayor crisis sanitaria de hace un siglo

España se encuentra ante la mayor crisis sanitaria desde hace un siglo, con cientos de muertes diarias, y ante la cual ha habido que implementar medidas excepcionales que hace solo un año ni siquiera imaginábamos. Si algo ha quedado claro en la lucha contra la pandemia, y a estas alturas ya no se puede hablar de imprevisión, es la ausencia de un marco legal adecuado y acorde a la magnitud de las circunstancias que permita a las comunidades aplicar en cada momento las medidas necesarias en cuanto a limitaciones de movilidad, o restricciones horarias sin tener que recurrir a las rigideces y condicionantes de un estado de alarma. Prometido este marco legal por el Gobierno central y nunca llevado a cabo, su ausencia plantea serias dificultades en el día a día de la gestión de las comunidades y a veces deja en manos de los jueces decisiones que no deberían recaer sobre ellos.

Foto: Imagen de una inyección de la vacuna contra el covid. (EFE)

El mayor logro científico

El extraordinario logro científico que supone haber generado en pocos meses una serie de vacunas, con las debidas condiciones de seguridad y eficacia, supone la primera esperanza fundada de que podamos salir de esta pesadilla a medio plazo. Conviene recordar que no se trata de una solución individual, que la protección que proporcionan los distintos tipos de vacunas no es nunca del 100% y que sobre todo va dirigida a evitar la gravedad de la infección sin garantizar que no nos podamos contagiar ni que en caso de que ello se produjera, no sigamos contagiando a otros. A tenor de lo que sabemos hoy día, para minimizar o evitar la transmisión del virus, no solo dependemos de recibir la vacuna, sino de que la reciban los de nuestro alrededor en cantidad suficiente como para conseguir la ansiada 'inmunidad de rebaño' y que el virus deje de circular.

Foto: Foto: iStock.

Por lo tanto, nos encontramos en un abismo epidemiológico, económico y social, del que aparentemente solo saldremos de una forma mancomunada si conseguimos una vacunación masiva que consiga cortar de forma estable la circulación del virus. En estas circunstancias, anteponer a toda costa el derecho individual a rechazar la vacuna, frente al beneficio colectivo de lograr una inmunidad para todos que acabe con el virus, no dudo que pueda tener una base legal o filosófica, pero desde luego atenta contra los objetivos comunes de nuestra sociedad y la dinámica sanitaria de la lucha contra la pandemia. Si algo nos enseñan las crisis de salud pública es que nuestros derechos individuales acaban donde empiezan los de los demás.

Obligación moral

Los partidarios de la voluntariedad a ultranza de la vacunación se basan en la idea de que la mayoría de la población la va a aceptar de manera entusiasta, pero ello no tiene por qué ser así y de hecho hay países donde está habiendo un rechazo notable, alentado además de manera irresponsable por determinados políticos o celebridades. Disponer de una herramienta legal que nos permita obviar una posible negativa importante, sea esta generalizada o en determinados sectores de primera línea, no solo es algo positivo, sino que debería exigirse a nuestros responsables políticos porque lo que nos estamos jugando en términos de muertes y devastación es demasiado. De hecho, el anuncio de la UE de aprobar a corto plazo un pasaporte vacunal que acabará siendo un condicionante para muchas actividades va en la misma línea, en este caso de discriminación positiva para los vacunados.

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Frente a la atonía e inactividad del Ministerio, que parece haberse limitado, al menos en los tiempos de su anterior inquilino, a dar y comentar las estadísticas (y bastante mal, por cierto), bienvenidas sean las iniciativas autonómicas tendentes a dar pasos adelante en la lucha contra el virus. Y si finalmente no es necesario aplicarlas, pues mejor que mejor.

El Parlamento de Galicia ha aprobado una modificación de su Ley de Salud por la que se establece un nuevo marco legal para reforzar la lucha contra la pandemia. Algunas de las medidas recogidas en la misma han creado una cierta polémica, sobre todo ante la posibilidad (la ley no lo establece aún) de que se pudiera hacer obligatoria la vacunación, hasta ahora voluntaria.

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