Menú
Coenzima Q10: mucho más allá de las cremas antiedad
  1. Más años, más vida
Ángel Durántez

Más años, más vida

Por

Coenzima Q10: mucho más allá de las cremas antiedad

Es un ingrediente reclamo de la cosmética por su efecto antiedad, pero desempeña funciones muy importantes en el organismo. No tan conocido como las vitaminas o los ácidos grasos omega 3, es un nutriente del que hay mucho que saber

Foto: Foto: unsplash/@wesleyphotography
Foto: unsplash/@wesleyphotography

La coenzima Q10 -ubiquinol en su forma química reducida o ubiquinona en su forma oxidada, también conocida de forma abreviada como CoQ10- es una sustancia que tiene diferentes funciones en nuestro organismo. Entre otros, es un potente antioxidante y participa en la obtención de energía en las mitocondrias. La coenzima Q10 se encuentra de manera ubicua en el reino animal (de ahí su nombre), desde las bacterias hasta los mamíferos. Fue identificada en el año 1940 y aislada por primera vez en el año 1957.

Esta sustancia es un nutriente que está presente en pequeñas cantidades en una variedad de alimentos como pescado azul (atún, salmón, caballa, sardinas), algunos aceites vegetales y verduras o en las carnes. Una dieta saludable y la síntesis por parte del organismo son capaces de proporcionar, en principio, suficiente coenzima Q10. La deficiencia de esta sustancia es infrecuente en población general, y únicamente se ha detectado en individuos con unas raras alteraciones genéticas, con consecuencias importantes para la función cerebral, muscular o renal.

Cifras bajas de CoQ10 se asocian a diabetes, cáncer e insuficiencia cardiaca congestiva

También se ha encontrado su deficiencia asociada a enfermedades como la diabetes, el cáncer o la insuficiencia cardiaca congestiva. Además, las estatinas, prescritas para reducir los niveles de colesterol, disminuyen las concentraciones de coenzima Q10 en circulación. Y el envejecimiento también es un factor asociado a niveles más bajos de esta sustancia.

Coenzima Q10 y salud cardiovascular

Uno de los campos donde se ha estudiado más el papel de la coenzima Q10 es la salud cardiovascular. La oxidación de las grasas que transportan las partículas de LDL colesterol -el malo- es uno de los múltiples factores desencadenantes de la enfermedad cardiovascular. Este proceso se ve amortiguado por el aporte de antioxidantes en la dieta. Una muestra es el ensayo de suplementación con coenzima Q10 y selenio como combinación de antioxidantes en comparación a un placebo, en individuos mayores de 70 años, que encontró una mejora de la vitalidad, rendimiento físico y calidad de vida a los cuatro años y una reducción de la mortalidad cardiovascular a los 12 años de seguimiento.

placeholder Foto: Usplash/@averey.
Foto: Usplash/@averey.

La deficiencia de coenzima Q10 también se ha relacionado con la insuficiencia cardiaca congestiva, que es la incapacidad del corazón para bombear suficiente sangre para las necesidades del organismo, producida por diversas alteraciones cardiacas. Un estudio de 1.191 pacientes con esta patología encontró que los niveles bajos de coenzima Q10 en plasma eran un buen predictor de la enfermedad.

Un reciente metaanálisis, que analizó los resultados de 14 ensayos clínicos con 2.140 participantes con insuficiencia cardiaca, encontró que la suplementación con hasta 300 mg al día de coenzima Q10, frente a un placebo, resultó en una reducción de la mortalidad del 39% y mejor capacidad física, aunque no tuvo efecto en la fracción de eyección del ventrículo izquierdo, que es una medida de la capacidad de bombeo cardiaca. Otro ensayo clínico, el Q-SYMBIO, reclutó a 420 pacientes y encontró que la suplementación con 100 mg de coenzima Q10 tres veces al día durante dos años, adjunta a la terapia estándar, redujo el riesgo de mortalidad por eventos cardiovasculares de un 16% en el grupo placebo a un 9% en el grupo que recibió la suplementación.

Envejecimiento y coenzima Q10

Con el envejecimiento se reduce la cantidad de coenzima Q10 en los tejidos de distintos órganos. Si bien la teoría oxidativa del envejecimiento de Harman de 1956 es antigua, no está totalmente obsoleta. Si envejecemos es, en parte, porque nos oxidamos. El daño acumulativo que causan los radicales libres a las membranas de las células, las proteínas, o el ADN está detrás de la pérdida de función de las células, los tejidos y los órganos con la edad. Otro de los indicadores del envejecimiento, además del estrés oxidativo aumentado, es la reducción en la eficiencia del metabolismo energético en diferentes tejidos, especialmente el músculo, el hígado o el corazón. Además de su función antioxidante, la coenzima Q10 es crucial para la obtención de energía por las células, y la reducción de sus niveles con los años puede estar detrás de esa menor eficiencia energética en edades avanzadas.

placeholder Foto: Unsplash/@meotivo.
Foto: Unsplash/@meotivo.

Podríamos, por tanto, pensar que la suplementación con coenzima Q10 podría ayudar a combatir y revertir los efectos del envejecimiento. Es cierto que suplementar con esta sustancia aumenta sus niveles en diferentes tejidos. Sin embargo, los ensayos en animales, donde es más fácil observar los efectos sobre la longevidad, no han dado resultados concluyentes.

Incluso, se ha contemplado una paradoja: algunos modelos de ratón en los que se ha inhibido genéticamente la formación de coenzima Q10 han presentado una mayor longevidad. Esto se ha atribuido a la llamada mitohormesis, que, en resumen, es una adaptación del organismo ante un estímulo perjudicial, activando mecanismos de defensa. Al parecer, las mitocondrias de estos ratones genéticamente modificados activarían mecanismos de defensa antioxidante ante esa deficiencia de coenzima Q10. También se ha observado una menor producción de radicales libres, asociada a esa menor eficiencia en la producción de energía en las mitocondrias, lo que reduciría el estrés oxidativo y resultaría en mayor longevidad.

¿Puede, por tanto, ser deseable a partir de cierta edad una menor producción de energía, a costa de generar menos radicales libres y así ralentizar el envejecimiento? Cuando hablamos de antioxidantes, esta es siempre la gran pregunta, y el equilibrio entre inhibir las adaptaciones del organismo a los radicales libres y un estrés oxidativo excesivo es la clave.

Dieta antioxidante

Precisamente, y dado que, como hemos mencionado en numerosas ocasiones, los nutrientes no actúan de forma aislada, puede que la dieta del individuo incline la balanza en uno u otro sentido. Y es que hay sustancias en los alimentos que se pueden oxidar con mayor o menor facilidad. Es el caso de los distintos componentes de los aceites vegetales, donde las grasas poliinsaturadas, como es el caso de los omega 6 que contienen aceites como los de girasol, maíz o soja, usados en alimentos procesados, se oxidan muy fácilmente. Por el contrario, el ácido oleico del aceite de oliva es mucho menos susceptible a la oxidación.

En un experimento con ratas se comparó el efecto de la suplementación con coenzima Q10, dependiendo de si la dieta de los animales era rica en un tipo de aceites o en otro. Y se comprobó un efecto beneficioso en la longevidad de las ratas que recibieron el aceite de girasol. Sin embargo, el efecto beneficioso de la coenzima Q10 no se observó en aquellas que recibieron una dieta rica en aceite de oliva extra virgen o aceite de pescado. La explicación es, por tanto, que el beneficio de la coenzima Q10 como antioxidante solo se observaría cuando hay un estado de estrés oxidativo.

Otro experimento en humanos con dieta mediterránea y coenzima Q10 durante 4 semanas mejoró parámetros del síndrome metabólico en personas mayores. Y redujo la presencia de productos avanzados de glicación, unas sustancias derivadas de una ingesta elevada de carbohidratos en combinación con estrés oxidativo o alimentos cocinados a altas temperaturas y muy procesados.

Suplementos: ¿cuándo y a quién?

La suplementación con coenzima Q10 puede ser beneficiosa en el caso de alteraciones metabólicas asociadas al estrés oxidativo, como es la resistencia a la insulina. La deficiencia de coenzima Q10 en las mitocondrias podría desencadenar un aumento de los radicales libres, que incrementarían ese estrés oxidativo e inflamación y facilitarían el desarrollo de estas alteraciones metabólicas. Por tanto, individuos con enfermedad cardiovascular, obesidad o diabetes probablemente puedan beneficiarse de la suplementación.

placeholder Foto: Unsplash/@bradencollum.
Foto: Unsplash/@bradencollum.

Por otro lado, se han observado efectos beneficiosos en la capacidad antioxidante y el metabolismo de los hidratos de carbono en sujetos jóvenes deportistas. De cualquier manera, aun estando aparentemente sanos, es posible medir el estado de estrés oxidativo e inflamatorio intra y extracelular y los niveles de CoQ10 en plasma e intracelulares, lo cual nos permite tomar decisiones terapéuticas basadas en un resultado analítico objetivo.

Sin duda, en próximos años veremos más estudios que conseguirán aclarar la relación entre coenzima Q10 y salud, especialmente en la mejora de enfermedades relacionadas con el estrés oxidativo, como las ya mencionadas cardiovascular o diabetes. Y, por supuesto, el envejecimiento, donde la suplementación con coenzima Q10 pueda reponer sus niveles en las mitocondrias, esas 'centrales hidroeléctricas' en nuestras células, sin las que no podríamos vivir.

Y terminamos como empezamos, porque la piel también puede beneficiarse de esta sustancia y no solo en forma de cremas, sino de suplementos: algunos ensayos han encontrado una mejora en la firmeza de la piel. Así que de nuevo se comprueba que lo que nos hace estar bien por dentro también se nota por fuera.

La coenzima Q10 -ubiquinol en su forma química reducida o ubiquinona en su forma oxidada, también conocida de forma abreviada como CoQ10- es una sustancia que tiene diferentes funciones en nuestro organismo. Entre otros, es un potente antioxidante y participa en la obtención de energía en las mitocondrias. La coenzima Q10 se encuentra de manera ubicua en el reino animal (de ahí su nombre), desde las bacterias hasta los mamíferos. Fue identificada en el año 1940 y aislada por primera vez en el año 1957.

El redactor recomienda