Más años, más vida
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Entrenar para tu primera maratón puede rejuvenecerte
El entrenamiento cardiovascular regular y correctamente prescrito, mantenido durante un tiempo de, al menos, seis meses puede rejuvenecer hasta 4 años uno de los biomarcadores del envejecimiento utilizados de manera habitual en la práctica clínica
La esperanza de vida crece de forma exponencial, y los considerados 'mayores' son el sector de la población que más rápido aumenta. Aunque el incremento en la esperanza de vida se ve como algo positivo, también va asociado a una mayor incidencia de comorbilidades propias de la edad como las enfermedades cardiovasculares. El envejecimiento se asocia con cambios bioquímicos e histológicos que provocan la rigidez de los grandes vasos, promoviendo como consecuencia el aumento de la presión arterial y de la poscarga ventricular, entre otras consecuencias. Estos cambios hemodinámicos sugieren que la rigidez arterial es deletérea para la salud.
Los fármacos antihipertensivos son de primera elección con el objetivo de modificar la rigidez arterial una vez establecida la enfermedad, pero en otros casos pueden darse eventos cardiovasculares en personas sin hipertensión arterial diagnosticada. Desafortunadamente, se presta poca atención a las estrategias no farmacológicas que podrían jugar un papel fundamental en la prevención y tratamiento de los factores de riesgo cardiovascular, como la dieta o el ejercicio.
Todos los tipos de ejercicio y de fármacos antihipertensivos resultan igualmente eficaces para disminuir la presión arterial sistólica
En este sentido, un estudio metaanalítico publicado recientemente en la prestigiosa revista 'British Journal of Sports Medicine' comparó el efecto de diferentes intervenciones de ejercicio (aeróbico, de fuerza y ambos combinados) y diferentes fármacos antihipertensivos (IECA, ARA II, beta bloqueantes y diuréticos) en la presión arterial sistólica (PAS), hallando que en los estudios que incluían tanto participantes con hipertensión (PAS > 140 mmHg) como sin hipertensión (PAS < 140 mmHg), los resultados mostraron que todos los tipos de ejercicio y todos los tipos de fármacos antihipertensivos resultaban igualmente eficaces para disminuir la PAS, sin diferencias significativas entre ellos.
El mejor deporte para la mayoría
Mientras, en los estudios que incluían únicamente a participantes con hipertensión (PAS > 140 mmHg) se observó que los fármacos lograban una mayor bajada (de en torno a 4 mmHg) de la PAS que el ejercicio. Sin embargo, estos resultados deben ser interpretados con precaución, ya que ningún estudio comparó de forma directa ambas intervenciones, sino que los estudios incluidos analizaron el efecto de los fármacos y del ejercicio por separado, de manera que los autores concluyen que el ejercicio adecuadamente prescrito y realizado podría obtener resultados similares a los fármacos en la bajada de la PAS en hipertensos.
Dentro de los diferentes tipos de ejercicio, el cardiovascular o aeróbico, como comúnmente se le conoce, es probablemente el de mayor seguimiento entre la población, sobre todo con el auge, en los últimos años, de las carreras populares. Por ejemplo, en la maratón de Valencia de 2019 participaron más de 25.000 corredores. Aunque, como todo en la vida, los extremos son malos, y la fiebre por las carreras de larga distancia hace que la población se someta muchas veces a esfuerzos que pueden llevar a su organismo a un límite fisiológico que pudiera resultar peligroso, las nuevas evidencias científicas muestran que, bajo una adecuada preparación, los beneficios de finalizar una maratón podrían incluir el rejuvenecimiento del sistema cardiovascular de los corredores. Así lo afirma una reciente investigación publicada en la revista del Colegio Americano de Cardiología, en la que se indica que el entrenamiento y el completar una maratón por primera vez podría revertir el envejecimiento de los principales vasos sanguíneos.
Indicador aórtico
En el estudio publicado por investigadores del University College London, se incluyó a 139 sujetos sanos y desentrenados de entre 21 y 69 años, que iban a correr por primera vez una maratón. Como preparación, los participantes corrieron una media de 10-20 km semanales durante 6 meses. Previamente al entrenamiento y dos semanas después de completar la maratón, se les midió la presión aórtica central y la rigidez de la aorta a través de una resonancia magnética. Además, se calculó la edad biológica aórtica como la relación entre ambos puntos temporales, dado que la rigidez arterial se correlaciona con la edad cronológica.
Sorprendentemente, una vez finalizada la maratón, la rigidez aórtica se había reducido y la edad biológica de la aorta era cuatro años más joven que antes del entrenamiento en corredores que corrían por primera vez los 42 km y 195 m. Los participantes de mayor edad, los que invirtieron más tiempo en completar la distancia total de carrera y los que tuvieron mayor PAS central antes del entrenamiento fueron los que mostraron mayores reducciones en la rigidez aórtica.
Por tanto, aunque la rigidez aórtica aumenta principalmente a partir de los 50 años, estos hallazgos nos sugieren que esto en parte podría ser modificable en individuos no hipertensos. Además, se produjo un descenso de 4 mmHg de la presión aórtica central (tanto en la sistólica como en la diastólica), efecto comparable al de los fármacos antihipertensivos que, en el caso de mantenerse, podría suponer un riesgo aproximadamente un 10% menor de accidente cerebrovascular, lo que podría evitar un gran número de muertes prematuras en la población general, tal y como defienden los autores del estudio.
La pastilla es el ejercicio
La medición de la rigidez arterial es uno de los biomarcadores de envejecimiento cardiovascular más utilizados en el ámbito clínico de la medicina preventiva para el envejecimiento saludable y se puede obtener con sistemas de evaluación no tan sofisticados como la resonancia magnética utilizada en el estudio anterior. La medición de la velocidad de la onda de pulso aórtico a través de un simple pulsioxímetro y una aplicación de móvil es algo que podemos hacer en nuestra propia casa.
En resumen, estos datos ponen de manifiesto el gran potencial que tiene el ejercicio, incluso a baja intensidad, para prevenir la aparición de factores de riesgo cardiovascular, pudiendo ser incluso tan efectivo como algunos tratamientos farmacológicos. No obstante, hay que tener en cuenta que el estudio se llevó a cabo en sujetos sanos, de tal forma que los resultados encontrados podrían no ser extrapolables a pacientes con hipertensión arterial, quienes tienen las arterias más rígidas y, por tanto, pueden ser menos modificables.
Finalmente, remarcar la importancia de un adecuado control médico (prueba de esfuerzo, ecocardiograma…) previo a cualquier esfuerzo de este tipo, para poder diagnosticar y prevenir las posibles patologías que puedan ser desencadenadas con el ejercicio, y la importancia de un profesional del entrenamiento para controlar que la preparación ha sido la adecuada.
La esperanza de vida crece de forma exponencial, y los considerados 'mayores' son el sector de la población que más rápido aumenta. Aunque el incremento en la esperanza de vida se ve como algo positivo, también va asociado a una mayor incidencia de comorbilidades propias de la edad como las enfermedades cardiovasculares. El envejecimiento se asocia con cambios bioquímicos e histológicos que provocan la rigidez de los grandes vasos, promoviendo como consecuencia el aumento de la presión arterial y de la poscarga ventricular, entre otras consecuencias. Estos cambios hemodinámicos sugieren que la rigidez arterial es deletérea para la salud.