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Desmontando los mitos alimentarios más comunes
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Tania Mesa

Alimenta tu salud

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Desmontando los mitos alimentarios más comunes

En la actualidad, existe demasiada desinformación de lo que significa una alimentación saludable. La nutrición se ha convertido, para bien y para mal, en un tema de conversación en el que cualquier persona opina

Foto: Foto: Unsplash/@picoftasty.
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Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la promoción de la salud permite que las personas tengan un mayor control de su propia salud. Abarca una amplia gama de intervenciones sociales y ambientales, como lo es la educación sanitaria. Por ejemplo, con respecto a la alimentación de las personas, el objetivo fundamental es que estas adquieran los conocimientos, aptitudes e información suficiente que les permitan elegir opciones nutricionales saludables.

La palabra mito se relaciona con cuentos, fábulas, personas o cosas a las que se asocia características y cualidades que no poseen. Estos mitos son verdades para los que creen en ellos, pero en realidad carecen de fundamento científico. Lamentablemente, la invención de mitos alimentarios crece día a día, ya sea por los medios de comunicación, la industria alimentaria, las modas y/o por cuestiones político-económicas, los cuales pueden obstaculizar el consumo de una alimentación saludable y perjudicar la salud de las personas.

"Existen muchas teorías alimentarias falsas, desde alimentos curativos hasta citar que el alcohol es sano"

Todas esas falsas creencias y mitos sobre la alimentación se vieron favorecidos con la pirámide alimenticia de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), en su versión del año 2004, cuyas bases son erróneas desde el punto de vista científico (4). Con el mito 'hay que comer como dice la pirámide alimenticia', esta sitúa en su base cereales refinados y derivados; las frutas, verduras y hortalizas ocupan el segundo lugar; y además se incluyen los dulces y el alcohol. Si bien es cierto que, en 2015, la SENC actualizó la pirámide alimentaria, esta sigue en la misma línea que la anterior.

La promoción de una dieta saludable se basa frecuentemente en reducir la grasa saturada y la ingesta calórica, y aumentar la de frutas, verduras y fibra (los cuales deben ser la base de la pirámide). En la mayoría de los países con economías de mercado establecidas, los alimentos densamente energéticos, palatables, ricos en grasa, azúcar y sal están disponibles en cualquier lugar y época del año (los conocidos alimentos ultraprocesados), mientras que la fruta y la verdura, así como otros alimentos ricos en fibra, pueden ser más difíciles de conseguir. Esto, junto con la tendencia a comer en función de la disponibilidad alimentaria y en mayor cantidad cuando más se ofrece, produce un sobreconsumo de determinados alimentos y un consumo inferior al recomendado de otros.

Foto: Foto: iStock.

Los mitos alimentarios no solo tienden a confundir a los consumidores, sino que pueden influir en nuestros hábitos e incluso perjudicarnos. Es por ello que los profesionales de la salud deben informar a los consumidores y a sus pacientes sobre la falsedad de estos mitos. Las dietas saludables están asociadas con reducciones en la morbilidad y mortalidad prematura. Sin embargo, gran parte de la información dietética presentada como un hecho es en realidad un mito.

Existen falsas teorías alimentarias de todos los tipos, desde alimentos con propiedades curativas hasta citar que el alcohol es saludable. A continuación, se presentan diferentes mitos, muy extendidos en nuestra sociedad, que no siempre responden a la realidad:

El consumo diario de huevos supone un riesgo cardiovascular

Un mito muy extendido ha sido limitar el consumo de huevos por su contenido en colesterol. Los huevos son un alimento con excelentes cualidades nutritivas, aportan las proteínas de mayor calidad, grasas saludables, vitaminas, minerales y carotenoides. Tras diversos estudios, se ha demostrado que la ingesta de un huevo por día no tiene ningún efecto sobre el colesterol sanguíneo, siempre dentro del contexto de dieta saludable y equilibrada, más el complemento de ejercicio físico diario.

Si realizo actividad física/ejercicio, puedo comer y beber lo que quiera

La actividad física diaria es un pilar fundamental para la salud. Muchas veces se deja de prestar atención a la importancia que realmente tiene, ya que el sedentarismo ha demostrado grandes tasas de mortalidad a nivel mundial. Sin embargo, una alimentación insana, de igual modo, tendrá consecuencias sobre nuestra salud difícilmente compensables con la práctica de ejercicio físico diario. El hecho de pensar 'bueno, como he ido al gimnasio me puedo comer la bolsa de patatas fritas y un par de cervezas' repercutirá en tu salud, puesto que en nutrición tenemos que empezar a pensar en la calidad nutricional de los alimentos y no tanto en la cantidad de energía.

Tomar un poco de vino es bueno para el corazón

Durante décadas al vino se le han atribuido propiedades beneficiosas para la salud cardiovascular por su contenido en antioxidantes. Sin embargo, el consumo de alcohol tiene efectos inmediatos que aumentan el riesgo de muchas consecuencias para la salud. No obstante, existen alimentos, como el té, las legumbres, los arándanos, la granada, entre otros, que poseen estos antioxidantes y en mucha mayor cantidad, por lo que no es necesario hacer un consumo de vino para obtenerlos.

Con el tiempo, el consumo de alcohol puede causar enfermedades crónicas y otros serios problemas, como el cáncer. Si bien es cierto que el vino y la cerveza pueden estar presentes en un patrón alimentario, como la dieta mediterránea, no se puede decir que son saludables.

Los alimentos congelados son menos nutritivos que los frescos

El proceso de congelación no altera las cualidades de los alimentos, por lo que un pescado o una carne congelados tienen las mismas propiedades que si los comemos frescos. Eso sí, debemos tener en cuenta que se haga una buena descongelación de ellos.

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Foto: Unsplash/@kymellis.

En caso de las verduras congeladas, la proporción de vitaminas que estas tienen después del cocinado es similar a la que puedan tener las verduras frescas tras ser cocinadas. Así que la comida congelada no tiene menos nutrientes, por lo que los alimentos congelados pueden ser una buena forma de tener alimentos saludables siempre a mano.

Los alimentos light adelgazan

Un alimento light es aquel al que se ha reducido su valor calórico respecto al alimento completo, como mínimo en un 30%, con una indicación de la característica que provoca la reducción del valor energético total del alimento. Por regla general, los alimentos light aportan menos calorías que sus equivalentes naturales. Sin embargo, de todos modos siguen aportando calorías, por lo que su consumo excesivo puede no ser beneficioso. De hecho, muchos de estos alimentos etiquetados como 'light' tienden a ser alimentos insanos, por lo que light no es sinónimo de saludable ni adelgazante (suelen reducir su contenido en grasas, pero contienen grandes cantidades de azúcar o edulcorantes añadidos). Para una pérdida de peso saludable, todo dependerá de numerosos factores del individuo y de su contexto, como su alimentación, balance energético, actividad física, descanso, estrés, entre otros.

Las dietas vegetarianas no son saludables

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Foto: Unsplash/@joseignaciopompe.

Las dietas vegetarianas, adecuadamente planificadas, y en cualquiera de sus variedades, han demostrado ser saludables, nutricionalmente adecuadas y pueden proporcionar beneficios a la salud para la prevención y tratamiento de ciertas enfermedades. Las dietas basadas en plantas, además, son más sostenibles desde el punto de vista ambiental.

Los adultos no deben tomar leche ni otros lácteos

El consumo de lácteos, incluyendo leche, queso y yogur, se ha asociado con una mejor calidad en la dieta y una reducción del riesgo cardiovascular. Hasta la fecha, existe evidencia contradictoria respecto a su consumo, por lo que es recomendable no hacer un uso abusivo de ellos. Si bien es cierto que los lácteos no son un grupo de alimentos imprescindible para nuestra alimentación, la evidencia médica indica que los individuos que consumen leche y derivados lácteos tienen una esperanza de vida mayor que los que consumen poco o no consumen.

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Foto: Unsplash/@briansuman.

Salvo que la persona tenga una intolerancia a la lactosa, no existe evidencia sólida que pueda demostrar que la leche y los lácteos sean perjudiciales para la salud. No obstante, existen otras opciones, como los lácteos o bebidas vegetales, las cuales pueden ser un recurso interesante en caso de no tomar lácteos de origen animal, siempre y cuando acudamos a su etiqueta nutricional y observar que no haya azúcares añadidos.

El azúcar es necesario para el cerebro

El mito nace de que el cerebro humano necesita azúcar para poder funcionar correctamente. Uno de los combustibles que necesita es la glucosa, no azúcar. Este hidrato de carbono se puede incorporar de muchas formas. Por un lado, de una forma no saludable, como lo es la sacarosa (el azúcar común de mesa) u otros azúcares libres contenidos en alimentos industriales o refrescos; y, por otro lado, mediante alimentos que son fuentes de hidratos de carbono saludables, como son las legumbres, frutas, verduras, hortalizas, cereales integrales y derivados, los cuales debemos priorizar en nuestra dieta.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la promoción de la salud permite que las personas tengan un mayor control de su propia salud. Abarca una amplia gama de intervenciones sociales y ambientales, como lo es la educación sanitaria. Por ejemplo, con respecto a la alimentación de las personas, el objetivo fundamental es que estas adquieran los conocimientos, aptitudes e información suficiente que les permitan elegir opciones nutricionales saludables.

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