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Desgaste dental: la factura de tu estilo de vida en tu boca
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Beatriz R. Vilaboa

En boca de todos

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Desgaste dental: la factura de tu estilo de vida en tu boca

Combatir la disminución progresiva de la longitud de los dientes es uno de los grandes desafíos al que se enfrentan los profesionales de la salud oral. Por suerte, hay solución

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El desgaste dental es la pérdida de estructura dental progresiva, irreversible y de causa multifactorial, no relacionada ni con un traumatismo ni con la caries y que no puede explicarse en relación con la edad del paciente. El desgaste dental puede aparecer como disminución progresiva de la longitud de los dientes, lo que conduce a una sonrisa envejecida. Si el desgaste aparece en las superficies masticatorias puede perforar el diente hasta llegar a aflorar la cámara pulpar, lo que provoca sensibilidad o dolor, incluso infección. No es inusual, tampoco, que el desgaste destruya la cara externa o interna de los dientes superiores afinándolos en exceso y haciendo que estos se fracturen creando una anatomía llena de picos e irregularidades. El fracaso prematuro de la dentición está, por tanto, anunciado.

Foto: Foto: iStock. Opinión

El desgaste dental es, sin duda, el gran desafío contemporáneo al que se enfrentan los profesionales de la salud oral y los pacientes. El diagnóstico temprano y el tratamiento en las etapas iniciales permiten un enfoque conservador que mejora el pronóstico final. Sin embargo, la técnica hoy permite tratar de manera satisfactoria incluso a los casos más avanzados.

Desgaste y estilo de vida

La historia de la evolución humana, quiénes somos y de dónde venimos se ha construido gracias al estudio morfológico de fósiles humanos, a los que recientemente se suma el Proyecto Genoma Humano.

Según aumentaba la expectativa de vida, se incrementó el espesor de la capa de esmalte, necesario para los retos de una vida más larga

El concepto industrial de 'la función hace la forma' explica los cambios en la anatomía de la dentición relacionados con la evolución y el estilo de vida del hombre en cada momento. En este sentido, por ejemplo, según fue creciendo la expectativa de vida, se fue incrementando el espesor de la capa de esmalte del diente, necesario para los desafíos de una vida más larga. No obstante, la evolución no ha contado con el desgaste ácido erosivo, el desgaste del hombre moderno.

Cuando hablamos de estilo de vida hablamos de las actividades, costumbres y hábitos que conforman nuestra vida diaria. El estilo de vida y los hábitos dietéticos pueden repercutir positiva o negativamente en la salud oral y en la salud general. La vida sedentaria, la ingesta de alimentos ultraprocesados con exceso de azúcares y carbohidratos y el estrés son factores de riesgo para el desarrollo de las enfermedades cardiovasculares, principal causa de muerte en el mundo desarrollado. Nuestro comportamiento y nuestras costumbres ponen en riesgo nuestra salud.

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El cuerpo humano es una máquina-casi-perfecta que requiere de una dieta con variedad de nutrientes, un sueño saludable, un ejercicio sostenible, adaptado a cada momento de la vida y un equilibrio psicológico y emocional. Sin todo lo anterior, la salud general, la salud oral y la estructura del diente peligran.

No vamos a cuestionar las bondades de la vida moderna con grandes avances para el hombre. Sin embargo, en efecto, la constante conectividad, incluso durante la noche -sobre todo en los más jóvenes-, caóticos hábitos de sueño que nos llevan a comer en mitad de las horas de descanso nocturno, dietas desequilibradas con exceso de azúcares, la presión social por el 'cuerpo perfecto' que genera en nuestros jóvenes cuadros de ansiedad y trastornos de la alimentación, el abuso de 'fast food' que conduce a la obesidad y al reflujo gastroesofágico, la ingesta desde la más tierna infancia de refrescos carbonatados con pH ácido y la toma de medicamentos que produce en muchos casos un déficit de saliva, principal custodio de la salud oral, forman la tormenta perfecta, también para el desgaste dental.

¿Estamos a tiempo de prevenir?

El profundo conocimiento de las causas que conducen a la enfermedad, ya sea infecciosa (microorganismos) o no infecciosa (asociada en muchos casos a hábitos de vida o condicionantes genéticos) ha permitido que la medicina del siglo XXI se haya convertido en medicina preventiva en muchos casos. Mejor prevenir que curar, dice el refrán popular y no le falta razón. Sin embargo, una prevalencia del desgaste dental de doble dígito nos debe hacer reflexionar sobre nuestro estilo de vida: más leche y más agua, en lugar de tantos refrescos en nuestros niños, dietas balanceadas cocinadas en casa en lugar de dietas ricas en comida ya preparada y procesada, rica en conservantes y químicos, y dormir un mínimo de 7 horas -a ser posible sin interrupciones- son solo algunas de las medidas que, como sociedad, debiéramos comenzar a implementar.

¿Cómo tratamos ?

Durante décadas, los dentistas adoptaron dos enfoques frente al desgaste: o bien eran partidarios de colocar férulas de protección y seguir monitorizándolo, o bien, ante la constatación del avance, se decantaban por un enfoque intervencionista que lamentablemente requería de una reducción del tejido dental remanente.

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Hoy el 'gold standard', es decir, lo que se considera ideal como tratamiento, es aquel que no obliga a tallar ni a eliminar estructura dental adicional sirviéndose de un enfoque multidisciplinar, corrigiendo las mal-posiciones dentarias y el colapso causado por el desgaste para poder recuperar la anatomía original sin que se requiera del tallado del diente, en la medida de lo posible.

En paralelo se deberá implementar un programa de prevención y mantenimiento, con el objetivo de poder modificar aquellos hábitos de vida que se hayan detectado como perjudiciales.

El conocimiento actual de los factores de riesgo permite trabajar en las directrices que eviten el desgaste dental en las futuras generaciones. ¿A qué estamos esperando?

El desgaste dental es la pérdida de estructura dental progresiva, irreversible y de causa multifactorial, no relacionada ni con un traumatismo ni con la caries y que no puede explicarse en relación con la edad del paciente. El desgaste dental puede aparecer como disminución progresiva de la longitud de los dientes, lo que conduce a una sonrisa envejecida. Si el desgaste aparece en las superficies masticatorias puede perforar el diente hasta llegar a aflorar la cámara pulpar, lo que provoca sensibilidad o dolor, incluso infección. No es inusual, tampoco, que el desgaste destruya la cara externa o interna de los dientes superiores afinándolos en exceso y haciendo que estos se fracturen creando una anatomía llena de picos e irregularidades. El fracaso prematuro de la dentición está, por tanto, anunciado.

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