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S. Shute: "Las compañías que no solo cuidan a los accionistas son 14 veces más rentables"
Este exejecutivo de LinkedIn cree firmemente en que el mindfulness puede ayudar a mejorar el rendimiento de las empresas. Lo aplicó durante años en la gran tecnológica
Todas las mañanas antes de trabajar, sin importar la cantidad de cuestiones sobre su mesa, Scott Shute repite una práctica: sale al exterior de su casa en San José, California, y se pone a meditar. Siempre la misma rutina, siempre el mismo sitio.
“Los lugares tienen energía y el tiempo tiene memoria”, nos cuenta a Alimente y Salud.
Cuando habla, este exejecutivo de LinkedIn de 52 años combina ejemplos prácticos sobre el mundo laboral con conocimientos del mundo espiritual. Para él, los dos mundos son posibles juntos. Lo puso en práctica durante más de tres años como responsable de programas de mindfulness y compasión en la gran tecnológica.
“La gente se compromete con el ejercicio físico, pero no con el ejercicio mental”, explica. Y como buen maestro, devuelve preguntas: “¿En tu trabajo, cuántas veces tienes que correr una milla (1,6 km) en seis minutos? ¿Y cuántas veces necesitas estar enfocado mentalmente y emocionalmente estable?”
“Entonces deberías estar invirtiendo 10 o 15 veces el tiempo que inviertes en el ejercicio físico en ejercicios mentales”, concluye.
Cambiando de dentro a afuera
Shute, que dejó LinkedIn en septiembre, acaba de publicar un libro en el que promueve la idea de que para cambiar en el trabajo hay que hacerlo de dentro a afuera. Cree firmemente en que un cambio de actitud y de mentalidad puede convertir una situación difícil en un aprendizaje y hacernos mejores.
Sin embargo, es muy consciente de que para que el cambio se mantenga, tiene que haber sistemas instaurados que lo sostengan. Y por eso, también las empresas tienen que realizar una transformación en cómo cuidan de los empleados.
“Nuestras prácticas empresariales actuales empezaron en la época industrial. Hoy en día, muchas compañías están transicionando a la era de la información”, aclara. “Esto significa que el recurso más importante que tenemos son las personas y queremos que lo hagan lo mejor que puedan”.
Aquí Shute hace un cálculo sencillo. Explica que cuando le preguntas a la mayoría de los empleados por cómo de buenos se sienten normalmente en el trabajo suelen responder algo muy por debajo de 10. Es decir, no consiguen desplegar su máxima capacidad, todo su potencial.
“Imagina [los resultados] si una compañía de 10.000 empleados consigue aumentar esos tres o cuatro puntos de su potencial”, sugiere. “Esa debería ser la mayor inversión de una compañía: su gente”.
Y como colofón a su argumentación, se apoya en las últimas investigaciones sobre rendimiento laboral: “Las compañías que cuidan de todos los actores [incluidos empleados y clientes] y no solo de sus accionistas son 14 veces más rentables”.
Una nueva manera de conseguir rentabilidad
Shute propone promover a nivel empresarial el mindfulness, una práctica basada en la meditación que consiste en entrenar la atención plena sobre el momento presente. Además, recomienda aplicar técnicas de compasión a nivel individual, de equipo y de compañía. Desarrollar la compasión ayuda a entender mejor el sufrimiento de los demás y tener empatía hacia ellos. Así se conseguiría cambiar situaciones absurdas actuales como exigir a los empleados más carga de trabajo que la que pueden humanamente asumir.
Para explicar este concepto de manera práctica da un ejemplo. El de un equipo de ventas en donde el jefe, en el encuentro de inicio de año, dice: “Nos queremos centrar en el valor a largo plazo. No vendas nada que el cliente no necesite solo porque tengas que conseguir tu cuota de ventas”. Para que esto no se quede en palabras, esa empresa también tendría que hacer un cambio sobre el sistema de recompensas de los comerciales.
Shute insiste en que trabajar en los sistemas es fundamental para que el cambio sea sostenido y recuerda varias veces una frase de James Clear, autor del libro 'Hábitos atómicos”: “No creces al nivel de tus objetivos. Caes al nivel de tus sistemas'.
¿Y el retorno de la inversión?
Shute, que ahora da charlas y formaciones a empresas para mejorar la capacidad de sus empleados, se echa las manos a la cabeza cuando los directivos le preguntan cómo medir el retorno de la inversión de actividades de mindfulness o bienestar. Amablemente, responde preguntando.
“¿Cómo piensas en el retorno de la inversión con respecto a otras cuestiones que son buenas para los trabajadores? Por ejemplo, digamos que tu termostato está en 23 grados en verano. ¿Cuál es el retorno de la inversión de moverlo a 21 grados?”.
La respuesta que normalmente recibe es: “¿Por qué preguntas eso? No sé. Lo hacemos porque nos sentimos mejor”.
"Entonces, ¿por qué no hacer lo mismo con aquello que ayude a los empleados a ser mejores?", les suele responder.
Para él es algo tan envidente que lo ve claro: “No deberíamos ni siquiera estar haciéndonos la pregunta sobre el retorno de la inversión”.
Cómo ponerlo en práctica
Cada vez más empresas están apostando por el bienestar como una manera de retener y captar talento. Y más en estos momentos en los que se habla de la expansión global de la Gran Resignación que ya está ocurriendo en Estados Unidos, en la que miles de trabajadores están dejando sus trabajos porque no pueden más con ellos.
El Santander creó en enero el puesto de responsable global de salud y bienestar, empresas como BBVA o Carrefour tienen programas de mindfulness para sus empleados. ¿Cómo conseguir que sean realmente efectivos?
Para Shute, poner en marcha programas de mindfulness y compasión dentro de las compañías no es tanto una cuestión de dinero, sino de voluntad empresarial. Como una manera de empezar sin recursos económicos, recomienda buscar empleados dentro de la organización que ya mediten o practiquen mindfulness y que estén dispuestos a compartirlo voluntariamente. Otra idea es empezar con un reto de 30 días seguidos de meditación usando una app gratuita, en donde estén involucrados todos, incluido el o la CEO.
“Se necesita al líder, a la CEO. Que se suba al escenario y diga por qué es importante para ella”, aclara sin dudarlo. “Por ejemplo, que cuente: cada día, bloqueo 90 minutos en mi calendario sin reuniones, 60 los dedico a trabajo profundo, concentrada. Y durante 10 minutos, hago algo solo para mí, a veces camino, a veces medito”.
Se trata de dar ejemplo del comportamiento y hablar de ello. Sin ese apoyo, dice Shute, tener éxito promoviendo cualquier otra propuesta de bienestar dentro de la empresa resulta muy complicado.
La eficiencia del bienestar laboral
Más allá de que se puedan hacer acciones casi a coste cero, para Shute, tener un programa de bienestar o un jefe de mindfulness en una gran empresa es una inversión eficiente.
“No cuesta nada, en comparación con lo importantes que son estos empleados”, dice.
Los empleados pueden mejorar si se invierte en su bienestar
Lo aclara con números: si la empresa invitara a un café cada mes, el coste sería, a precios españoles, de unos 20 euros al año por empleado. En una empresa de 16.000 empleados como LinkedIn, eso serían 320.000 euros al año. ¿Por qué no dar esa cantidad (o más) para su bienestar? Bien a través de actividades o contratando a alguien que promueva esos programas.
Estas son las preguntas que él les hace a los directivos a los que forma: “¿Quieres que tus empleados tengan la actitud correcta y estén equilibrados emocionalmente? ¿Cuánto pagarías para conseguirlo?”.
Por si hiciera falta alguna argumentación más, les da otro dato: 1 de cada 9 personas en Estados Unidos ha considerado suicidarse en los últimos 90 días, según el Centro de Control de Enfermedades estadounidense. Hay una alta probabilidad de que alguno forme parte de su empresa.
Y, en su estilo de maestro zen, remata las dudas con una última pregunta: “¿Y si salvaras una vida?”.
Todas las mañanas antes de trabajar, sin importar la cantidad de cuestiones sobre su mesa, Scott Shute repite una práctica: sale al exterior de su casa en San José, California, y se pone a meditar. Siempre la misma rutina, siempre el mismo sitio.